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Apretando el cinturón

Con la multimillonaria inversión que reclama la lucha contra el Covid, el gobierno hace muy bien en apretarse el cinturón de los gastos corrientes en lo que resta de este año.

Con el plan de austeridad temporal dispuesto ayer por el presidente Luis Abinader, el Gobierno puede tener mejor campo de maniobras para priorizar el sector sanitario, que es ahora mismo el más presionado por la pandemia.

Aunque supone constreñir el gasto público, un poco más de lo que ha hecho hasta ahora con un racional uso del presupuesto, al Gobierno no le quedaba de otra que asumir esta prevención financiera.

Si bien esta es una oportuna camisa de fuerza que se auto impone el gobierno, es preciso recordar, como lo dice el decreto, que la racionalización del gasto es un mandato constitucional para evitar dispendios, sobre todo en circunstancias como las actuales.

Además, desde el inicio de su mandato el presidente Abinader ha sido un abanderado de la política de iniciar o continuar obras siempre y cuando estén presupuestadas, para no incurrir en derroches incontrolados.

Si en estos meses ha podido auxiliar a distintos sectores de la economía para que no los aniquile el Covid, esto se debe a los excedentes de las recaudaciones de Aduanas y la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), más allá de lo presupuestado, y por la reactivación de algunas actividades industriales y comerciales.

El plan de austeridad contiene otros aspectos que deberían quedarse como permanentes, como los que se refieren al clásico manirrotismo del alto funcionariado en dietas, viajes, festines, obsequios y otros elementos que alimentan la vanidad del poder.

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