No nos queda de otra
La velocidad de transmisión del coronavirus, que ha hecho elevar la tasa de positividad de los contagios en los últimos días, ha colocado al sistema sanitario al borde del colapso.
Más de la mitad de las camas regulares disponibles, así como las de las salas de cuidados intensivos y de ventilación mecánica, están hoy ocupadas por pacientes como hacía tiempo que no lo estaban.
Ese estado de situación es un innegable y elocuente reflejo de la intensidad con que ataca la tercera ola de la pandemia, pese a que el país ha mantenido un amplio operativo de vacunación anticovid.
Este rebrote no es más que una consecuencia directa del relajamiento de las restricciones relativas al distanciamiento físico y al uso de las mascarillas, dos elementales medidas de prevención.
Mucha gente cree que la pandemia había desaparecido ante un efímero aplanamiento de las curvas de contagio, pero la dura realidad del panorama actual al día de hoy solo confirma que el virus sigue actuando, más agresivo y expansivo.
No queda de otra que reimponer las restricciones, primariamente en el Gran Santo Domingo, por un tiempo que permita a nuestros guerreros anticovid retomar las armas del combate, siempre con el apoyo de la ciudadanía sensata.
Estamos en un momento crítico. Que nadie se engañe. Con nuevas variantes circulando aquí y en Haití, estamos a las puertas de otro fuerte zarpazo del coronavirus, con su funesta cosecha de muertes y ciudadanos con su salud en un hilo y en incierto trance de vida.