Comenzó el “deschatarraje”
La apertura del nuevo corredor de autobuses de la avenida Núñez de Cáceres marca el principio del “deschatarraje” vehicular que, por años, ha sido una vergüenza en el sistema de transporte de la capital.
El modelo entraña muchas ventajas. Una de ellas es que mejora la calidad de la transportación, el confort de los usuarios y moderniza el modo de pago con tarjetas de crédito o débito y con las del Metro, permitiendo transferencias de un sistema a otro, porque es integral.
Con las decenas de autobuses nuevos, tanto públicos como privados, encadenados a este modelo, los pasajeros se libran de ser rehenes de los manejos temerarios de choferes que se disputan los viajeros, haciendo rebases peligrosos y, a menudo, violando muchas reglas.
El medio ambiente también sale beneficiado porque al sacar de ruta a cientos de carros del concho desvencijados, ruidosos y emisores de gases contaminantes, se mejora la calidad del aire y la de los propios transeúntes.
Este es el principio de un plan más abarcador para reorganizar el caótico sistema de transportación pública, que contempla su masificación, su integración a otros sistemas masivos y la retirada gradual de todas las chatarras con gomas lisas, y a veces con problemas de frenos y de motores, que circulan en nuestras rutas.