Editorial
jueves, 21 de enero de 2021
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Estamos perdiendo la guerra
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Con casi 50,000 ciudadanos con coronavirus activo en sus cuerpos es alta la posibilidad de la multiplicación de contagios y, por ende, de una inminente escalada de la pandemia.
Eso explica que haya una significativa ocupación de camas en clínicas y hospitales con pacientes infectados, en particular aquellos que necesitan ventilación mecánica para poder sobrevivir.
Bastaría imaginarse qué sentiría la sociedad si, en algún momento, quedan totalmente ocupadas las camas para internamiento o para aislamiento de las personas en cuarentena.
Sería una situación catastrófica, con un sistema sanitario colapsado, como está ocurriendo hoy en algunos países donde la capacidad para alojar pacientes ya fue agotada.
Esta dramática realidad ha llenado de pesimismo a la Organización Panamericana de la Salud, que percibe que las naciones de América Latina y el resto del mundo están fracasando en la lucha contra la pandemia del Covid.
Sabemos cómo levantar barreras para frenar los contagios, en velocidad y número.
Las medidas están requetedichas. Pero la mayoría no quiere someterse a ellas, por más carácter de obligatoriedad que les imprima el estado de emergencia.
Ahí está la clave del fracaso. Pero, también, la razón por la cual anden en nuestras calles unos 50,000 potenciales agentes de contagio sin muchos controles o restricciones, cifra que podría aumentar mucho más si seguimos tomando a relajo este peligro.