Hay que mantener las restricciones
Por más de una semana, las estadísticas oficiales vienen mostrando la gravedad del repunte de contagios del coronavirus.
No hay dudas de que, al igual que en muchos países, estamos en los picos altos de la pandemia, por lo que es preciso apretar la tuerca de las restricciones.
Aun cuando la letalidad sigue siendo una de las más bajas de América Latina, el factor más inquietante y que verdaderamente puede ser sobrecogedor, es el de la saturación de nuestros hospitales con más contagiados cada día.
En la medida en que las autoridades sanitarias aumentan el número de pruebas se evidencia una detección mayor de infectados que, a tiempo, pueden ser aislados, tratados y, con Dios y la ciencia delante, recuperados.
Si no sabemos cuántos dominicanos andan en las calles, en sus centros de trabajo o en sus casas incubando y propagando el virus, difícil se nos haría tener una idea de la magnitud de esta segunda ola.
De ahí que ahora se justifique un mayor control del distanciamiento físico entre los ciudadanos, del número de personas autorizadas para trabajar, de horarios limitados por el toque de queda y de una campaña masiva y sistemática para advertir a la población que se cuide más.
En definitiva, se trata de un acto de responsabilidad individual pero también colectiva, donde no puede haber descuidos ni flexibilidades caprichosas.