EDITORIAL

El 2020, en modo pesadilla, sigue todavía

El 2020 , medido en términos de tiempo calendario, culmina hoy, pero no así la pesadilla ni los traumas pandémicos que marcaron el devenir de sus días.

Ideal hubiese sido que lo despidiésemos como un ciclo de 366 días (en particular como un año bisiesto), para dar paso a otro tiempo con mejores expectativas, esperanzas y promesas.

Pero el estado de cosas en que hemos vivido en estos doce meses, es el mismo que se prolongará mañana, tal vez más agravado por el hecho de que la pandemia del Covid ha recrudecido su capacidad expansiva en todo el mundo.

Para la mayoría, el tránsito de un año a otro no tendrá la misma relevancia o la diferenciación de tiempos anteriores cuando la gente, al pasar balance, podía medir si le fue bien, mal o regular y, en ese sentido, plantearse metas y cambios positivos.

Ahora, como ha sido a lo largo de estos meses, lo apremiante y comprometedor es proteger la vida y la salud y, en la medida de lo posible, trabajar para producir, levantar y sostener una economía vapuleada por la crisis pandémica mundial.

Asumamos el 2021 como la continuidad de un tiempo tormentoso que es preciso revertir.

Para eso, afortunadamente, adquirimos útiles experiencias.

Aprendimos cómo enfrentar estas inesperadas amenazas, como protegernos mejor, cómo evitar errores de comportamientos humanos y cómo apreciar lo que realmente vale para una existencia digna y sana.

Desear que sea próspero o venturoso es la más bondadosa de las aspiraciones. En verdad, queremos más que eso.

Que sea un tiempo de más humildad, más generosidad, más solidaridad y de más espíritu de unidad del pueblo para encarar, juntos, los enigmas del 2021.

Ojalá que sea, en verdad, un Año Nuevo. No la continuidad de esta pesadilla llamada Covid-19 que nos robó nuestros mejores sueños en el 2020.

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