El viacrucis por la sangre
No pasa un día sin que alguien apele a la solidaridad humana para clamar por la donación urgente de sangre.
Desde los días fuertes de la pandemia, las solicitudes en este sentido parecen traducir la dramática realidad del déficit o la poca disponibilidad de sangre y sus derivados para atender emergencias médicas.
Aun cuando se trata de casos individuales, no nos imaginamos cuál sería la situación si se tratase de buscar sangre para asistir a decenas o centenas de víctimas de alguna catástrofe en el país.
En los últimos días, personas angustiadas han utilizado las redes sociales y otros medios de difusión para implorar por la donación de sangre, especialmente de aquellos tipos menos comunes.
Gracias a Dios, la generosidad de los ciudadanos ha dado respuesta a estas apremiantes necesidades y han aparecido los donantes voluntarios.
Pese a que ya existe el Hemocentro Nacional, llamado a ser el eje del acopio, procesamiento y distribución de sangre y sus derivados, todavía no ha cumplido su cometido.
El país necesita disponer de hasta 200,000 unidades de sangre para casos de reposición, diálisis y otros procedimientos al año, pero todavía, por lo visto, estamos lejos de esos objetivos.
La crisis actual por la búsqueda de sangre torna urgente e inaplazable la solución de este problema.