Otro golpe al macuteo con las cajas navideñas
Las denuncias más comunes, que nunca tuvieron mayores consecuencias, tenían que ver con el contenido y la calidad de los productos y con el valor real de los mismos.
Cuando se hacían cálculos sobre el valor de mercado de los productos y se comparaban con lo facturado al Estado, sobresalían las tajadas de la dulce naiboa crematística que recibían los beneficiarios del negocio.
El contubernio entre suplidores y responsables de esos programas impedía que el comercio en general se beneficiara de este gasto extraordinario del gobierno.
Fuera de estas sobrevaluaciones, el reparto tenía otro ingrediente que lo desnaturalizaba: se convertía en factor clientelismo político en algunos casos y, en otros, en denigrantes espectáculos de gentes empobrecidas arremolinadas en los camiones distribuidores.
Las cajas navideñas, en fin, eran un mecanismo de corrupción permitido bajo la sombrilla de un acto de generosidad del gobierno.
Ahora cambiará ese modelo corrupto y degradante por otro que consistirá en la entrega de bonos de RD$1,500 por persona, que se distribuirán con el mismo mecanismo de los programas FASE de asistencia social, poniendo fin a las deplorables aglomeraciones de gente pobre y hambrienta de migajas para la Nochebuena.