Con el casco puesto

Una de las normas de más difícil apli­cación, entre los motoristas, ha sido el casco protector.

Imponerla ha tomado años, du­rante los cuales se han llevado a cabo operativos in­fructuosos para apresar a quienes no los tenían o, sí te­niéndolos, no los usaban en el momento de conducir sus motores.

Ni esta ni otras disposiciones dirigidas a poner cierto orden y control en el tránsito de las motoci­cletas, sean de uso privado o para moto-conchos, entre ellas el porte de chalecos lumínicos entre es­tos últimos, tuvieron aplicación formal en todo ese tiempo.

Ahora la situación ha cambiado.

Ya es raro, salvo que se trate de un militar o policía, que algún motorista circule sin su casco protector en la cabeza, no en el timón o en un brazo.

Esto es un hecho digno de poner de relieve.

Porque demuestra que las normas del tránsito, que no conllevan sacrificio extraordinario para los conduc­tores de vehículos de todo tipo, si pueden observarse para beneficio de los usuarios.

Este es un pequeño, pero significativo triunfo de la ley.

Ojalá que sirva de ejemplo para demostrar que las normas no son caprichosas y que están destinadas a facilitar un tránsito más seguro para la ciudadanía.

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