Injustificables trabas a la prensa
Si algo caracteriza al Presidente Abinader es su amplia apertura al diálogo y las entrevistas con la prensa.
Desde que juró al cargo, prometió que esta sería una línea de conducta invariable de su gobierno. Y personalmente lo ha demostrado, haciéndole honor a su palabra.
De hecho, a las dos semanas de ejercicio promovió almuerzos con distintos representativos de los medios de comunicación y respondió todas sus inquietudes, tal como lo ha hecho cuando participa en otras actividades públicas.
No se explica, ni mucho menos se justifica, que a contrapelo de esta apertura, los periodistas asignados a la fuente noticiosa del Palacio Nacional confronten innecesarias trabas para cumplir su misión.
Se les tiene relegados a un rincón, se les limita el acceso a los despachos de los altos funcionarios, se le regatea información oportuna o, en el peor de los casos, no se les ofrecen informaciones de eventos o reuniones importantes en el Palacio.
Este trato no es nuevo. En la pasada administración, ese era el esquema predominante. Pese a que existe una sala de prensa, raras veces se utiliza para dar partes diarios o periódicos de actividades o para entrevistar a funcionarios.
El derecho a la información es sagrado. Es una de los fundamentos de la democracia. Inclusive, tenemos una ley de acceso, como instrumento legal garantista de ese derecho.
Si el Gobierno ha prometido actuar con transparencia, es inadmisible que algunos de sus funcionarios contradigan la actitud y la conducta del presidente en este sentido creando estas condiciones de cero acceso a las fuentes informativas palaciegas.
Esa práctica debe cesar ya.