Opinión

Una nueva e inesperada calamidad

Los estragos de la tormenta Laura agregan otra calamidad al escenario de la crisis nacional por la pandemia del Covid-19.

Los servicios de energía y agua potable, fuertemente neutralizados por los efectos de la tormenta, demandarán algo de tiempo para normalizarse.

Faltando ambos en las actuales circunstancias en que se combate la pandemia y millones de ciudadanos tienen que permanecer confinados en sus casas por el toque de queda nocturno, se agravarán aún más las condiciones de vida de la ciudadanía.

Las inundaciones causadas por numerosos ríos y cañadas desbordadas malogran la apertura de las acciones de apoyo a la reanudación de las siembras de productos agrícolas básicos, complicando los esfuerzos para garantizar la seguridad alimentaria.

Porque, de hecho, junto con los daños a viviendas e infraestructuras, que también demandaran inversiones no previstas, habrá que asumir las pérdidas de cultivos o cosechas que representaban un punto de apoyo a la reanimación económica.

Bajo esta situación de desastre se hace más difícil aún cumplir, con todos sus rigores, los protocolos de combate al coronavirus, a la vez que emergen nuevas amenazas de brotes de dengue y malaria, muy comunes en esta época.

Ahora, más que nunca, se impone la unidad nacional para que el gobierno del presidente Luis Abinader, que apenas lleva una semana de ejercicio sin un minuto de respiro para organizar todas sus estructuras, pueda comenzar a remediar estas nuevas calamidades.

La cumbre del liderazgo nacional, originalmente propuesta por el LISTÍN DIARIO para acometer la estrategia anti-Covid y convocada por el presidente Abinader, es ahora el compromiso apremiante y urgente que tiene la sociedad para sacudirse de sus abatimientos.

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