De regreso al punto de partida
El país retorna hoy, en gran medida por culpa de la testarudez de muchos, al estado de emergencia, abrumado por la interminable y creciente carga de contagios del coronavirus.
Los estados de emergencia prorrogados, seis en total, no bastaron por sí mismos para frenar ni aplanar la curva de la Covid-19 en cinco meses.
La desescalada, o reapertura de negocios en una truncada sucesión de fases (apenas llegamos a 2 de 4), fue un desatino. Un riesgo tomado apresuradamente teniendo encima una alta carga de muertes e infectados.
¿Qué lección aprendimos de esto?
Que el confinamiento, la cuarentena, sea cual sea su modalidad, el distanciamiento físico con uso obligado de las mascarillas, más la higiene sistemática, no son opciones caprichosas.
Son los únicos métodos, por el momento, que ayudan a retroceder las concentraciones del virus en ambientes públicos o cerrados.
Ignorarlos ha sido el pecado y el error de quienes así lo han decidido. Por esa causa, el sistema hospitalario está a las puertas del colapso, con pocas camas y respiradores para atender a una creciente masa de contagiados que presiona por atenciones.
Al volver hoy al punto de partida del estado de emergencia, estas fallas deben evitarse. Es preciso que, mediante un consenso nacional, acordado en la propuesta del Listín Diario de celebrar una Cumbre por el Coronavirus, toda la sociedad se comprometa a dar una correcta y eficiente batalla contra esta pandemia.
Esa es nuestra esperanza.