Al Presidente electo
La mayoría ha dado un indiscutible endoso a la elección de Luis Abinader como nuevo Presidente de los dominicanos.
Ha puesto sobre sus hombros dos graves responsabilidades: romper el círculo vicioso de la corrupción administrativa y reencauzar la economía, paralizada ahora por la pandemia.
Abinader asumirá su mandato en medio de realidades nuevas que obligan a dar respuestas a un modelo embrionario de sociedad distinto al que tenía el mundo seis meses atrás.
Necesitará, pues, del apoyo granítico de todas las fuerzas de la sociedad para poder cumplir, satisfactoriamente, las promesas de cambio que hizo al electorado.
Una de sus principales, la de designar un o una procuradora general de la República independiente, capaz de asumir la prioridad de la tolerancia cero frente a la corrupción, ha sido la más cautivadora.
La otra, que tiene que ver con la recuperación económica, dependerá del acierto de las medidas que se tomen, de los recursos financieros disponibles y de las nuevas oportunidades para crear empleos, pero tomará tiempo para que sus frutos se vean.
Lo que no puede desdeñar, en primer orden, es el apremiante reclamo del pueblo para que haga cumplir, sin titubeos ni blanduras, su promesa de tolerancia cero frente a los crímenes de corrupción, y la lucha por el fortalecimiento de un poder judicial bastante debilitado por el estado de impunidad y venalidad que ha existido en su seno.