La disuasión que ha faltado
El mejor método para promover la prevención del coronavirus todavía no lo hemos aplicado.
Sería este, muy sencillo y eficaz: hacer públicos los testimonios de los que han sufrido los embates a su salud al alojársele el virus en su sistema respiratorio o sanguíneo.
En especial, el de aquellos que experimentaron los inciertos e inenarrables momentos en las salas de cuidados intensivos intubados, para poder recibir oxígeno y respirar con el auxilio de aparatos mecánicos.
Revelar la crudeza de esos padecimientos constituiría la más elocuente vía para la disuasión de quienes todavía creen que el confinamiento es una injusta medida de restricción que se le antojó al Estado, exagerando el nivel de precauciones que deben de tomarse para enfrentar la pandemia.
Da grima leer lo que dicen pacientes recuperados o las confesiones de los médicos que los atendieron, también ellos temerosos de ser alcanzados por un virus del que ya conocen, de primera mano, sus terribles efectos.
Los que aprendieron que el virus acecha y ataca a cualquiera, que ignoran a ciencia cierta cómo, cuándo y dónde se contagiaron, son los mejores testigos de la historia de esta lucha que ha tenido principio, pero no se sabe si fin.
Y no es un asunto de meter miedo, que por cierto faltó aunque fuese en dosis controladas para abrir los ojos y despertar la razón a los incrédulos, sino de hacer ver a la gente la catadura de este invasor silente e invisible que se mueve, sin frenos, por todo el territorio nacional.
Mientras la mayoría no sepa, a viva voz de los sufrientes, el drama real que estos experimentaron, probablemente no sienta todo el impulso necesario para tomar las cosas más en serio y respetar, escrupulosamente y no a regañadientes, las medidas del confinamiento, el distanciamiento y la protección de los órganos vitales de sus rostros, mientras persista la amenaza del contagio.
Han faltado estos elementos de la disuasión que son tan válidos como aquellos mensajes que previenen sobre los peligros de los atracos, los huracanes, los hechos de violencia y cualquier otra eventualidad que afecte la seguridad ciudadana, la salud y la vida.