¿Victoria sin guerra?
En los umbrales del siglo 21, el expresidente norteamericano Richard Nixon intentó descubrir las bases de lo que pudiera ser una nueva era sin guerras en la que la paz fuese el arma de la victoria.
Pese a los fundamentos de su tesis, la esperanza de una victoria sin guerra nunca asomó en las cuatro décadas que siguieron a la publicación de sus memorias.
Podría decirse que eso mismo les pasa ahora a los dominicanos, que quieren ganarle la guerra al coronavirus sin esgrimir las armas apropiadas para darle la batalla.
Sin el distanciamiento físico, el confinamiento preventivo y el máximo rigor en la higiene personal, no habrá maneras de contener el contagio, minimizar los riesgos de los padecimientos ni mucho menos salir a tiempo del estado de cuarentena y reemprender el camino de la recuperación de la normalidad.
En la vanguardia de la lucha solo han estado, a la franca, los médicos y las enfermeras. Y las familias solidarias que han estado cerca de los pacientes infectados, atribuladas por el temor a una cadena de contagio o a la muerte misma.
Esos médicos y enfermeras que han estado en la primera línea de fuego, algunos de los cuales han resultado también contagiados por el virus, exponen sus vidas en una lucha agotadora, casi sin límites de tiempo, en las salas de aislamiento o de cuidados intensivos en clínicas y hospitales.
Los del hospital Ramón de Lara, en la base aérea de San Isidro, principal centro de defensa de la vida de los contagiados por el Covid-19, al igual que los de otros hospitales situados en los focos de la pandemia, son los verdaderos héroes de esta batalla.
Mientras otros ciudadanos desafían el peligro y se exponen imprudentemente al ataque del virus, estos médicos y enfermeras consagran todo su talento y sus conocimientos, auxiliados por fármacos y vacunas que todavía están en prueba, para salvarles la vida a los que no tomaron en serio esta amenaza.
A todos ellos el país les debe una gran ovación por ser los únicos que, a contrapelo de los deseos de sus parejas, progenitores, hijos, familiares o amigos, han creado un escudo de salud para evitar que el coronavirus nos arranque más vidas, la verdadera victoria en esta guerra.