El foco múltiple: capital y San Cristóbal
Por su proximidad geográfica, por su condición de ciudad satélite de la capital, San Cristóbal sigue la misma saga del contagio del coronavirus generalizado en la metrópolis, por lo que urge aplicar a ese cordón umbilical un torniquete de seguridad sanitaria como el que existe en los demás focos.
Los estragos de la pandemia se irradian con igual velocidad hasta San Cristóbal, de la misma manera en que se diseminan sobre los municipios del Gran Santo Domingo.
Mientras la gran metrópolis acumula 4,065 casos, la vecina San Cristóbal marca cadencia con 364 casos con un crecimiento diario de más de 30 contagios. Los de ayer llegaron a 37, reflejos de una fluida transmisión como resultado de las interacciones humanas entre ambos territorios.
De hecho, es el foco localizado más grande del país si tomamos en cuenta que los otros más relevantes, Santiago, La Vega y San Francisco de Macorís, no se encuentran territorialmente unidos como en este caso.
Por ende, las medidas de contención o mitigación del coronavirus en el Gran Santo Domingo deben extenderse, sin distinción, a San Cristóbal, en vista del dinámico desplazamiento diario de una población flotante desde allí hacia la capital.
Es este, inclusive, un factor que debe considerarse a la hora de permitir una reapertura gradual y bastante cuidadosa de la actividad comercial. No tendría sentido intervenir la metrópolis dejando a San Cristóbal como un cabo suelto de esa estrategia.
Contribuiríamos, si ignorásemos ese factor o esa realidad gemela, a crear una bomba de tiempo sanitaria perjudicial en todos los sentidos.
Hay que aplicar, entonces, el mismo enfoque de acción que sugerimos editorialmente ayer para el caso de las cinco provincias fronterizas, tomando en cuenta que la provincia de San Cristóbal se enrosca con los municipios Santo Domingo Norte y Oeste, por el flanco de Villa Altagracia.