Una irresponsabilidad que nos puede costar caro
Una locura, con padrinazgo de la autoridad, rompió de cuajo la regla de oro de la prevención en la lucha contra el coronavirus en Puerto Plata, este domingo, al permitirse que una multitud de fanáticos de un falso profeta de la salvación se movilizara libremente en sus calles burlando la orden del distanciamiento social.
Una aventura que nos puede costar muy caro en el esfuerzo, todavía incipiente, de contener la expansión del virus en una ciudad con casi 200 contagiados y 13 muertes, imperativamente obligada a respetar las medidas de control que manda el protocolo mundial bajo esta pandemia.
La permisividad y la dispersión de las autoridades nacionales y municipales de Puerto Plata al tolerar semejante relajación constituyen no solo un supremo acto de irresponsabilidad compartida, sino una burla al resto de la ciudadanía que se ha acogido al sacrificio de estas restricciones.
El solo hecho de que el falso mesías y sus fanáticos produjesen la procesión acompañados de vehículos de la Policía, del sistema de emergencias 911, de la dirección de tránsito y transporte y del ayuntamiento local, le pone un sello de incoherencia a esta lucha, francamente inadmisible.
Pasa por alto la seriedad de todas las advertencias y pronósticos científicos que coinciden en que en estos momentos y en lo que resta del año, la pandemia estará causando estragos si se relajan las medidas de prevención, ya que no se descarta una “segunda oleada” en el verano.
Al permitirse esta insólita movilización de gentes que pueden ser fuentes de contagio, allá en Puerto Plata o en cualquier ciudad del país, estando todas bajo el peligro de la transmisión comunitaria, estamos enviando una mala señal de indisciplina y resistencia frente al distanciamiento social.
Eso da lugar, como en efecto ya está ocurriendo, a que se generalice la falsa percepción de que todo lo peor pasó, y por eso se han intensificado las presiones de sectores comerciales, especialmente pequeñas y medianas empresas, para que se les permita reabrir sus operaciones.
Los carros y minibuses del concho han vuelto a circular en las vías públicas, varios negocios abrieron por encima de la orden de la autoridad y mucha gente ha decidido tirarse a la calle a hacer vida normal, ajenas a los tremendos peligros que nos acechan.
Exigimos firmeza de las autoridades que dirigen la lucha contra el Covid-19 en este y todos los casos similares, y reclamamos a los gobiernos locales y los representantes del central a que cohesionen sus actividades y responsabilidades en la dirección correcta de combatir la pandemia, el gran enemigo de la vida y de la salud de todos los dominicanos, y no permitir otro desatino como el de Puerto Plata.