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Tragedia por partida doble

El país ha perdido ya a centenares de sus ciudadanos por la pandemia. No solo de­bemos medir el saldo luctuoso de la tra­gedia por los muertos registrados aquí, si­no por la suma de todos los dominicanos de la diáspora a los que el coronavirus también le sus­trajo el último aliento.

Sin tener todavía las cifras oficiales de los dominica­nos muertos por la pandemia en Estados Unidos, Eu­ropa y otros países atacados, es evidente que estamos pagando un alto precio emocional, y también econó­mico, en esta encrucijada.

El propio Presidente de la República, Danilo Medi­na, reveló que en una conversación que sostuvo con el alcalde de la ciudad de Nueva York, este le dijo que ha habido alta mortandad entre la comunidad de inmi­grantes, siendo la dominicana la mayor de ellas.

Aparte de los dominicanos muertos, es también al­ta la cifra de compatriotas que han perdido sus em­pleos y, por tanto, su capacidad de hacer remesas a sus familiares aquí. Las remesas de los dominicanos en la diáspora montaron US$7,087.0 millones el año pa­sado.

Al perder esta capacidad, por igual la sufren aquí quienes dependían de esas remesas, agravando las condiciones de subsistencia de millares de ciudada­nos ya maltratadas localmente por la parálisis casi to­tal de la economía.

De modo que estamos padeciendo una trage­dia por partida doble, la local y la que atenaza a millares de dominicanos que con sus remesas ha­cían un aporte fundamental al Producto Interno Bruto. El duelo, por tanto, se extiende más allá de nuestras fronteras.

De ahí que sea imperativo el compromiso de los que vivimos aquí de asumir los sacrificios temporales de la cuarentena y del distanciamiento social en estas semanas críticas que debimos hacer, y no hicimos, jus­to cuando ya columbrábamos la cercanía del enorme peligro.

Como todavía lo peor no ha llegado, con más razón para no seguir subestimando la gravedad de un virus que se sigue propagando rápido sin que le hayamos aplicado el frenazo. El tiempo para hacerlo se agota.

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