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Tomando a relajo el inmenso peligro del Covid-19

De la forma tan rápida en que aumentan las cifras de muertes y contagiados por el coronavirus, urge que la ciudadanía se someta a un distanciamiento social más riguroso y que se imponga una regulación igualmente estricta para la circulación de personas en las calles.

No ha bastado ni el toque de queda en horario extendido ni los controles al desplazamiento de ciudadanos entre ciudades, porque su violación se convierte en un factor propicio para el crecimiento exponencial de los casos de contagio.

Pronto, en esta misma semana, estaremos contando el centenar de fallecimientos y dos millares de contagiados oficialmente registrados sin que por el momento podamos tener garantías de que las respuestas del sistema sanitario para prevenir la expansión, cumplan su cometido.

Escasean las mascarillas, las batas médicas y otros materiales quirúrgicos para la protección de los médicos y auxiliares que trabajan con los pacientes en los hospitales, y el número de pruebas diagnósticas aplicadas a los sintomáticos sigue siendo insuficiente frente a la alta demanda, lo cual también es un factor que malogra los esfuerzos preventivos.

El distanciamiento social, que es una de las claves del éxito para contener el avance de la pandemia, no se está observando con toda la rigurosidad que amerita. La gente sigue en las calles socializando en mercados, supermercados o sedes bancarias, aparentemente desprovistas de miedo al contagio porque ni siquiera se ve a la mayoría usando mascarillas y guantes.

El hecho de que cada noche la Policía tenga que detener a centenares de personas que no quieren respetar el toque de queda o que muchos se solacen en las apuestas de carreras de motores en las autopistas o en la distribución callejera de alimentos repartidos por el Plan Social en esos horarios, es una patética muestra del relajo con que esos dominicanos asumen la situación de emergencia.

Después no nos quejemos ni nos consumamos en llantos cuando la pandemia se cobre más vidas de quienes desafiaron su capacidad agresiva de contagio, solo por no cumplir las estrictas recomendaciones y seguir las experiencias de otros países que, aún bajo cuarentena, han sufrido gran mortandad en estas últimas semanas.

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