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Cuarentena en los focos, para comenzar

Como hizo China en Wuhan, cuna del coronavirus, así deberíamos hacer aquí con San Francisco de Maco­rís, la capital y Santiago, principales focos de esa infección hasta el mo­mento, para aislarlas bajo un régimen de cua­rentena total.

Aunque implicó cerrar herméticamente Wuhan y someter a sus 12 millones de habitantes al encie­rro total, así fue que pudo China meterle un tor­niquete exitoso al brote del Covid-19, sin dejar de aplicar rígidas medidas de control en otras ciuda­des hasta cerrar provisionalmente todas sus fron­teras al cruce de personas.

Imponer la cuarentena total en los lugares do­minicanos donde hasta ahora se ha registrado el mayor número de casos positivos y de muertes, podría servir de ensayo para generalizarlo en el resto de las provincias en las que eventualmente la pandemia cause sus estragos.

Establecer esta cuarentena focalizada debe ser se­guida por un amplio operativo de refuerzo con más personal sanitario, entrega masiva de alimentos y equipos de protección directamente en las casas.

La fumigación que se está haciendo ahora en las calles de esas y otras ciudades es lo aconsejable porque contribuye a derretir la proteína en los es­pacios abiertos por donde suele circular la gente. De ese modo, prevenimos que los ciudadanos tras­laden el contagio a sus propias casas.

Concomitantemente, debemos aumentar nues­tra capacidad para enfrentar la demanda de salas de cuidados intensivos dotadas de respiradores mecánicos y ampliar el número de salas de aisla­miento.

La respuesta efectiva y oportuna a esa creciente demanda de atenciones especiales de los afectados por el virus es un vital complemento a la campaña que induce a los dominicanos a mantener la higie­ne y el espacio de distanciamiento personal, a fin de romper la fuente más poderosa de contagio.

A nuestras fuerzas armadas y a los médicos y paramédicos que llevan sobre sus hombros las mi­siones de controlar el orden en las ciudades-foco y salvar las vidas de los contagiados, hay que dotar­las de los equipos necesarios de protección, hasta ahora insuficientes según lo que se puede notar a simple vista.

Esta batalla tenemos que ganarla, pero para ello es preciso aportar colectivamente la cuota del sa­crificio ciudadano quedándose en sus casas para no ser atrapados por el coronavirus y para no con­tagiar a los demás.

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