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Hay que salir del limbo de la crisis

Elecciones limpias, sin trampas ni manipulaciones de votos ni de votantes, es la aspiración más cara que tiene hoy la sociedad, profundamente traumatizada por la suspensión de los comicios municipales del pasado día 16.

El único camino para llegar a ese objetivo tan crucial para el sistema democrático, es el de la concertación entre sus actores principales, en este caso, los partidos políticos, bajo la mirada de una comisión mediadora que ayude a las partes a alcanzarla.

Dadas las acusaciones mutuas que esos protagonistas se formularon a raíz de la abrupta suspensión de los comicios por culpa de fallas en el sistema de voto automatizado, reunirlos en una mesa de negociación no admite muchas dilaciones dado que es corto el tiempo que queda para las extraordinarias del 15 de marzo.

No es la primera vez que el país ha atravesado por estas disyuntivas, pero en esta oportunidad hay una atmósfera de recelos que impide, por un lado, que los protagonistas pasen de las propuestas al compromiso formal de aplicarlas, o que pueda formarse con celeridad, y con la aprobación por consenso entre ellos mismos, la comisión mediadora.

Todavía no asoman los nombres, rostros o representaciones de los futuros o probables mediadores, llamados a ser los catalizadores de un acuerdo para rodear de las máximas garantías de libertad y transparencia los comicios del 15 de marzo, aunque tales garantías debe darlas la Junta Central Electoral, árbitro del proceso.

Pero resulta que esta alta corte está ahora mismo bajo la asistencia de organismos extranjeros que investigan su sistema de votación tanto en términos de equipos como de procedimientos, para establecer la causa de la disfuncionalidad del voto automatizado. Si fue casual o intencional.

De ahí que se haga necesaria la presencia y acción de una instancia externa, como la de una comisión de mediadores no alineados con ninguna de las partes del conflicto, que asuma la tarea de conducir a puerto seguro la nave de la democracia en su nueva prueba.

Es hora de que rompamos el limbo en que se encuentra la crisis electoral por la falta de concertación y compromiso de los partidos de acudir, con las manos limpias, a la confrontación comicial, dando un ejemplo de fe en la inteligencia y capacidad de los dominicanos para ejercer su derecho al sufragio sin temores a fraudes, coacciones o manipulaciones de los resultados.

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