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Haití, la amenaza latente

Una conferencia de las Naciones Unidas sobre Haití, que comprometa a sus actores a buscar soluciones inmediatas a la crisis política, económica y social de ese país, es ya inaplazable.

Haití marcha hacia el colapso. Su propio Presidente lo define como un país ingobernable. La población está pasando hambre. Y los políticos no se ponen de acuerdo en una salida de consenso.

La diplomacia dominicana se había mantenido cauta frente a lo que se columbra, pero ayer se pronunció, vía el canciller Miguel Vargas Maldonado, por una acción concertada de la comunidad internacional para prevenir lo que muchos temen.

El temor más fundado es que, atrapados en una hambruna y en una situación de extrema inseguridad ciudadana, las masas de haitianos desesperados, en clave de hordas, irrumpan en el territorio dominicano para buscar comida y refugio.

El país se acaba de sumar a los Estados Unidos en su reclamo de promover una salida a esta situación de emergencia, en el temor de que desencadene una amenaza a la paz regional.

Como ambos son miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, además, eventuales objetivos directos de una crisis de refugiados o de un prolongado estado de ingobernabilidad, bien podrían endosar el pedido de la conferencia internacional de la ONU sobre Haití.

Independientemente de la suerte que pueda acompañar un esfuerzo de esta envergadura, no puede ignorarse que la inseguridad alimentaria no resiste más contemplaciones. Hay que enfrentarla de inmediato, antes de que el caos total sea inevitable.

En una conferencia de esa índole, nuestro país debe dejar sentado que puede ayudar en la medida de sus posibilidades materiales a mitigar la crisis alimentaria, sin comprometerse a abrir campamentos de refugiados en su territorio ni asumir medidas que impliquen, para el futuro, ataduras o limitaciones a su soberanía.

Estados Unidos, a través de su embajadora aquí, anunció que promovería reuniones de los empresarios privados de ambos países para abordar un plan de reanimación económica, pero mientras no haya gobernabilidad ni estabilidad nadie se atreverá a arriesgar capitales en un escenario de incertidumbres, como el actual.

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