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EDITORIAL

Crucemos los dedos

Haití es, en palabras de su actual presidente, un país desgarrado y fraccionado, dos adjetivos calificativos que, en sí mismos, retratan la realidad de una nación institucionalmente quebrada, ingobernable y atrapada, que subsiste en medio de la inseguridad y la violencia continua.

Y si a este cuadro ilustrativo se le añade su elemento más alarmante, el de la pobreza extrema en que vegeta la mayoría de su población, con cuatro millones y medio de haitianos que ni siquiera pueden llevar un bocado al estómago al día, es fácil predecir horas de mayor peligro e incertidumbre para ese país.

Todo lo que acontece, y lo que acontezca, pegará de golpe en la República Dominicana, cuya sociedad y cuyos líderes políticos parecen estar indiferentes o ajenos a los remolinos de la sedición y la rebelión de grupos populares frente a las élites que dominan lo que queda de ese país “desgarrado y fraccionado” que ha descrito el presidente Jovenel MoÔse en medio de una urgente apelación para “poner orden en el desorden”.

El caos ha llegado tan lejos que las Naciones Unidas, cuya misión de estabilización cesó este año, está considerando distribuir ayuda alimentaria desde aviones, porque no hay seguridad de hacerlo por tierra.

Y el Fondo Monetario Internacional, muy consciente del descalabro que hunde la economía haitiana, ha pronosticado que si no se toman los correctivos y las reformas para reencauzar al país, la situación desembocará en “consecuencias devastadoras”, que repercutirán en otros países, especialmente en el nuestro.

Ahora, en un desayuno que hemos tenido en el Listín Diario con el exjefe de la Misión de Estabilización de Haití, Edmond Mulet, ha advertido francamente que si no hay soluciones antes de que finalice este año, República Dominicana se verá expuesta al desenfreno de hordas de haitianos desesperados que cruzarán a buscar comida y refugio.

Mulet propone la urgente convocatoria de una conferencia internacional sobre Haití para enfrentar la crisis humanitaria desencadenada por la hambruna y la inseguridad, y una intervención inmediata del Comando Sur de los Estados Unidos para asegurar la logística de esta asistencia.

Y frente a estas sobrecogedoras realidades y premoniciones, ¿qué estamos haciendo nosotros para protegernos y hacer frente a esas amenazas?

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