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EDITORIAL

La voz que clama en el desierto

Baní debería estar hoy de regocijo, celebrando las fiestas de su patrona espiritual, la Virgen de Regla, pero las inquietantes señales de una destrucción de su mayor patrimonio natural, las dunas, malogra todo entusiasmo.

El propio obispo de la Diócesis, monseñor Víctor Masalles, ha denunciado, con indignación, la tala indiscriminada de especies forestales en la zona de amortiguamiento de esa reserva científica, con una extensión de 15 kilómetros.

Monseñor Masalles ha calificado esta depredación como una vergüenza y un desastre. “Desaprensivos talan indiscriminadamente el parque y parcelan este invaluable patrimonio” con la anuencia de las autoridades de Baní.

La preocupación por el cuidado y preservación de este campo extenso de finas arenas azules, ricas en cuarzo y únicas en el Caribe, ha sido constante en el LISTÍN DIARIO.

De tiempo en tiempo hemos denunciado las incursiones mafiosas de depredadores protegidos por alguna autoridad, tanto para sustraer las finas arenas con el propósito de exportarlas, como para enajenar las áreas del entorno de su bosque seco subtropical, para parcelarlas.

El LISTÍN promovió el 23 de diciembre del 2002 una cadena humana a lo largo de un amplio tramo de las dunas, para llamar la atención sobre el peligro de una intervención humana en ese ecosistema, pero las autoridades, desde entonces hasta hoy, se han cruzado de brazos.

Clamamos en el desierto, como parece ocurrir ahora con la fuerte prédica antidepredadora de los mutiladores del parque que ha llevado a cabo en los últimos días el obispo de Baní.

Ojalá que esta nueva voz no clame en el desierto y que con la autoridad que le acredita su magisterio eclesial movilice al pueblo de Baní, en una cruzada en defensa y protección de este patrimonio, a la cual de antemano nos sumamos.

Si el pueblo fue capaz de hacerlo aunque sin el éxito esperado en 2002 porque no encontraron respuesta solidaria del Gobierno ni de autoridades municipales de entonces, ahora puede más.

Meses atrás, los banilejos salieron a las calles a denunciar el auge del narcotráfico en ese pueblo. Esa misma fuerza popular debe activarse ahora, valientemente, en la promoción de la causa por la defensa de las dunas, siguiendo a su predicador, para que su clamor llegue hasta donde las autoridades responsables de frenar esta depredación.

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