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EDITORIAL

Apostemos a una flota mercante

La creación de una flota mercante dominicana, principalmente orientada a facilitar los intercambios comerciales entre el país y las islas antillanas y América Central, debería figurar como una de nuestras prioridades impostergables.

Los mercados más próximos al país han estado demandando muchas líneas de productos dominicanos que, con una pequeña flota nacional, tendrían garantías de abastecimientos rápidos y frescos.

El anuncio hecho por el canciller Miguel Vargas Maldonado sobre el inicio de una ruta marítima de transportación desde Haina hasta Willemstad, Curazao, con un barco con capacidad para 40 contenedores, constituye un acierto de la política de comercio exterior.

Con este buque, que navegará de un punto a otro cada semana, el país tendrá capacidad para destinar mercancías diversas a las islas adyacentes de Aruba y Bonaire, y otras que forman el arco de las Antillas, donde se consumen muchos productos dominicanos.

Desde muchas décadas atrás, ese comercio era servido por goletas y embarcaciones menores, hasta que surgieron líneas aéreas de carga que transportaban las mercancías en menor tiempo, aunque no en el volumen que permiten los contenedores de barcos.

Con un dominio de las tarifas, el país puede tornar más competitivos los productos que exporta hacia las islas caribeñas y la región de Centroamérica, y convertirse en suplidor más confiable.

Además, puede ofrecer tarifas más atractivas para el transporte de las mercancías de importación que el país compra en esas islas, más que nada en países centroamericanos.

En principio, el control de este barco estará bajo la acción compartida de la Cancillería y del Centro Dominicano de Exportación e Importación (CEIRD).

La decisión de crear esta ruta marítima con Curazao está conectada con la estrategia de la Cancillería de enfocarse en la promoción del comercio, para lo cual ha instalado una veintena de oficinas comerciales en las sedes de las embajadas dominicanas en el exterior.

A futuro, y en la medida en que esta incipiente flota mercante cumpla sus objetivos, el país deberá plantearse otra flota, la pesquera, para aprovechar las riquezas de fauna marina que posee en sus aguas territoriales y en la plataforma continental.

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