Reflexiones del Director
La SIP, el gran escudo defensor de la Libertad de Prensa en las Américas
La libertad de prensa no ha alcanzado todavía su plenitud en América Latina, pero sobrevive a contrapelo de las presiones, interferencias y, en algunos casos, a severos impedimentos que ejercen contra ella los gobiernos y los grupos del crimen organizado, que pretenden ocultar sus desafueros.
Si no se ha extinguido por completo -como ocurre en ciertos países- ha sido en gran medida por la constante y tenaz lucha que ha librado en su defensa la Sociedad Interamericana de Prensa, que hoy agrupa a más de 1,400 medios impresos y audiovisuales y que le sirven de escudo.
La unidad de esos medios ha sido vital para denunciar, año tras año, durante 75 asambleas generales, las amenazas que se ciernen sobre la Libertad de Prensa en el Continente y para llevar la lucha por su respeto a todos los planos posibles, haciendo valer las normas y convenciones de los Derechos Humanos Universales o denunciando responsablemente a los agresores.
Esta lucha pasa por una sistemática promoción de los valores esenciales de una prensa libre e independiente a nivel hemisférico, hasta múltiples iniciativas para la protección de las vidas y el ejercicio profesional de los periodistas y los medios de comunicación.
Incontables misiones han sido cumplidas de manera directa en aquellos lugares donde los peligros son mayores, denunciando directamente a gobiernos y grupos del crimen organizado y revelando las verdades al mundo, para inspirar la solidaridad de los creyentes en la democracia.
Gracias a esas gestiones, la SIP ha podido promover enmiendas o simplemente la anulación de leyes que restringen la libertad de prensa, que estimulan la censura previa o excesivas regulaciones para ahogar las finanzas de los medios, sin dejar de lado sus esfuerzos para evitar la impunidad, en el caso de asesinatos de periodistas.
A través de dos cartas magnas para la libertad de prensa,como son la Declaración de Chapultepec y recientemente la Declaración de Salta, sobre la Era Digital, la SIP ha establecido los marcos éticos y jurídicos que sustentan el libre ejercicio del periodismo, y en muchos casos ha logrado que mandatarios latinoamericanos se comprometan auténticamente a su observación y respeto.
Paralelamente, la SIP ha llevado a cabo una constante formación de los periodistas y ejecutivos que trabajan en sus medios asociados, a fin de que puedan asumir los retos de las transformaciones que se originan en el modelo de negocios, en gran medida para evitar el cierre de periódicos o medios audiovisuales y fortalecerlos en su capacidad de servir al público desde las nuevas plataformas de la comunicación global.
Al celebrar en estos momentos la 75 Asamblea General, en Miami, Florida, la SIP puede mirar retrospectivamente el fruto de su trabajo, desde su fundación en 1943, y asumir con renovados bríos los desafíos del futuro, que son tantos y cruciales como los del pasado, para mantener viva una libertad que es consustancial con el régimen democrático.