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EDITORIAL

Tantas excusas para no hacer nada

Los servicios de atención primaria no han podido establecerse satisfactoriamente en el país, pese a que constituyen una de las más altas prioridades del sistema de protección de la salud ciudadana.

Años van y años vienen y los centros de atención primaria, que son la puerta de entrada a los hospitales especializados para atenciones selectivas, siguen estancados por discrepancias entre los actores del sistema.

Como ellos no se ponen de acuerdo en ciertos aspectos mercuriales, por un lado, y de normativas y protocolos, por el otro, los que sufren las consecuencias de este rezago son los millares de pacientes que se ven obligados a congestionar las salas de emergencia de los hospitales públicos, en muchos casos para situaciones que pudieron atenderse en el nivel primario.

En el país solo funcionan 1,658 unidades de las 5,755 que necesita el país, según las previsiones. En términos de inversión, esto implica que el Estado solo dedica 5 pesos de cada 100 destinados a la salud a estas atenciones primarias.

Desde hace un año reposa en el Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) una propuesta de la Superintendencia de Salud para poner en marcha, sin pausas, el mecanismo.

Y, al respecto, el gerente del Consejo dice que la iniciativa no ha progresado porque no se ha logrado un consenso entre el colegio médico, las clínicas privadas y los demás actores del sistema, aunque todo dicen apoyar que la ley que instituye la atención primaria se cumpla cabalmente.

Esto del consenso es un tema que viene de viejo. Una excusa para no hacer lo que debe de hacerse en favor de la atención primaria porque priman aspectos que tienen que ver más con el dinero y los beneficios del “negocio” antes que la vida y el bienestar de los millones de ciudadanos que están en riesgo en el país.

Estos centros debieron estar instalados hace tiempo, como soportes fundamentales del sistema de la seguridad social, pero la dejadez y los intereses en juego han pesado más que las necesidades humanas del pueblo.

Si estuviesen funcionando los centros, los hospitales públicos no fuesen hoy los almacenes de enfermos y pacientes rebotados que no tuvieron la suerte de atenderse a tiempo en un centro cercano a su residencia, haciéndoles gastar hasta lo que no tienen para conseguir la salud.

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