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Aquí no se le teme a nada

La falta de temor a las sanciones es el principal ingrediente tóxico que debilita la institucionalidad en nuestro país.

Nadie teme ni a las leyes, ni a la autoridad ni mucho menos a las “consecuencias” de transgredirlas, y esto se hace patente a través de muchas conductas ciudadanas que a diario presenciamos.

A la falta del temor se llega de manera fácil. El ciudadano va descubriendo que hay mucha impunidad para delitos tan graves como los de la corrupción administrativa con los fondos públicos, que se expresa en un enriquecimiento extraordinario y visible de personas que pasaron de un estatus socio-económico bajo o mediano a uno alto. O cimero.

La misma sombrilla de la impunidad se despliega también, a menudo, con los autores de crímenes y delitos graves contra la vida o los bienes de los ciudadanos o contra las propias leyes nacionales, como las que prohíben los tráficos ilícitos de personas, drogas, medicinas, armas y productos falsificados.

Una vez se adquiere la condición inmune frente al temor, lo que sigue es un proceso continuo de violación de leyes elementales, como las del tránsito, las que los conductores y peatones ignoran despreocupadamente.

Los delincuentes callejeros son los principales exponentes de este fenómeno. No le temen a nada. Asaltan sin capuchas, sin esconder su identidad, a pesar de que en muchas calles y negocios existen cámaras de vigilancia.

Tampoco les importa si hay policías en las cercanías. Pocos respetan la autoridad simbolizada en el uniforme, y por eso también agreden a policías y militares, sin miedo a las consecuencias.

Irrespetar procedimientos administrativos o normas institucionales creadas para regir el trabajo de las entidades gubernamentales, entre ellas la obligatoriedad de los funcionarios electos a presentar sus declaraciones juradas de bienes, también en un signo de la flaqueza o debilidad institucional del país.

Esta suma de comportamientos displicentes, desdeñosos de la majestad de la ley o de la autoridad de la justicia, conjuntamente con el desprecio a normas de conductas que marcan las pautas de la decencia, está enfermando el cuerpo de la Patria con gérmenes nocivos. Estamos haciendo metástasis...Pero pocos se dan cuenta de ello.

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