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Era cierto

Con una fiscal en plan fallido de huida y cinco agentes antinarcóticos suspendidos de sus funciones y puestos a disposición de la justicia, no hay espacio para las dudas: el allanamiento a la barbería de Villa Vásquez fue una pésima urdimbre para culpabilizar a personas de ser consumidores o traficantes de drogas.

Al final, era cierto que se trató de un operativo sesgado o, como ha dicho la comisión investigadora de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), de “una actuación irregular en el ejercicio de sus funciones” de los cinco agentes inculpados.

Esa patrulla, comandada por un mayor y un capitán, violó los protocolos y procedimientos de actuación, conforme al reglamento interno de la DNCD y, por tal causa, todos han sido suspendidos y puestos a disposición del ministerio público.

¿Qué necesidad había de violar esos protocolos y procedimientos? Ninguna. Este solo detalle confirma, de nuevo, que el allanamiento perseguía otros propósitos muy ajenos al de la defensa de la ley.

La fiscal actuante, suspendida casi ipso-facto por la Procuraduría General de la Republica a pocas horas de ser acusada por ciudadanos de haber dirigido intencionalmente la colocación de un paquete de droga en la barbería, quiso huir del país, pero no pudo.

Otra prueba más de que era cierto lo de que aquel operativo, como otros tantos que se han denunciado como ilegales, malintencionados y burdos en ese municipio y, por igual, en otras zonas del país, ha seguido la línea de un patrón que desacredita la imagen de la DNCD y pone en entredicho sus propias versiones oficiales.

Si tales prácticas de “falsos positivos” se han producido recurrentemente sin consecuencias para sus autores es porque, a lo interno, muchos de sus agentes la asumen como una acción tolerable...y a la vez rentable.

Este escándalo pone de manifiesto la necesidad de robustecer, en las instituciones públicas, una cultura de transparencia y de exposición de la verdad en sus informes o comunicados, para evitar en el futuro estos desagradables fiascos. Y el pueblo tiene que seguir denunciando estos desmanes, sobre todo cuando olfatea que pueden ser ocultados o manipulados por la autoridad.

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