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Criminales ambidiestros

El sábado un cabo de la Policía Nacional, Steven Contreras, fue asesinado en el barrio Cristo Rey del Distrito Nacional.

El lunes, en San Francisco de Macorís, el raso Félix de Jesús Paula mató a la joven Nayelin Margarín, su pareja, con quien procreó dos hijos que ahora ella deja en la orfandad y él al desamparo.

Matar al cabo Contreras fue una demostración de fuerza -según han informado las autoridades y confirman los vecinos- de una banda de narcotraficantes que tienen control de una parte de Cristo Rey.

Como parte integrante de la banda narcocriminal que asesinó a Contreras por no obedecer la “regla” de que al sector La Chancleta las motocicletas tienen que entrar con luz apagada, uno de los atacantes es un asimilado, que nada más y nada menos, lo habría rematado a tiros luego de ser herido con puñal por otro delincuente.

Si examinamos pieza por pieza estos dos casos, nos encontramos con el drama terrible de que hay policías vinculados con narcotraficantes que son capaces de asesinar a sus propios compañeros y policías que forman parte fundamental en la cadena de protección de la violencia intrafamiliar, que matan a sus propias parejas.

¿Qué es esto? ¿No hay forma de adiestrar a los policías para que entiendan que su misión es proteger a los demás ciudadanos, no asesinarlos en casos tan dramáticos como sus propios compañeros y sus parejas?

¿Cuál es la formación humana, ética, moral, ciudadana, que reciben los policías, que la lanzan a su espalda con tanta facilidad y tan frecuentemente?

¿Acaso los policías ya olvidaron aquello de que “la mayoría de los hombres que han traicionado a sus superiores han caído para no levantarse jamás?”.

Estos hechos, relatados con nombres y apellidos, con lugares precisos, prueban que en materia de formación de policías con alto sentido de responsabilidad ciudadana, el país está fallando.

No queremos decir y mucho menos insinuar que “toda la Policía” está perdida. ¡No! Cada día hay demostraciones de oficiales, clases y alistados que honran el uniforme y cumplen con su deber a pesar de las limitaciones con que trabajan y viven.

Pero con la cantidad de policías que enlodan la misión, es suficiente para empañar la imagen de todos. Algo hay que hacer y debe ser ahora.

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