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Los retos de La Romana

Por muchos años, La Romana fue meca del trabajo, tanto por ser uno de los enclaves más importante de la industria azucarera y cuna de las primeras empresas de zona franca, como por el influjo de su afamado resort Casa de Campo, una marca país.

El cuadro, hoy, es distinto.

Su tasa de empleo ha descendido a la mitad al cerrar varias empresas de zonas francas y muchos jóvenes emigran hacia otras zonas del país, mayormente Punta Cana y Bávaro, buscando un bienestar de ingreso y de modos de vida que su ciudad natal no les garantiza.

Los servicios públicos, especialmente el del suministro de agua potable, están deprimidos, porque dependen de los flujos que aporta el río Sanate, que también tributa aguas a El Seibo y La Altagracia. La poca potabilidad del agua ha causado enfermedades gastrointestinales a cerca de 50,000 personas.

La ciudad está llena de vertederos improvisados, más de 300 según informan los principales representativos de la provincia, ya que el vertedero provincial, a cielo abierto, está saturado.

Para colmo, la ciudad no cuenta con un buen sistema cloacal y eso da lugar a que cuando llueve se inunden muchas calles, dispersando basuras y generando focos de infección.

El sistema de tránsito también es un caos, lo que crea situaciones de fastidio a los visitantes que llegan desde otras ciudades. Para hacer más fluido el tránsito, los sectores representativos proponen una transformación de las entradas principales, incluyendo un elevado en la entrada desde San Pedro de Macorís.

Problemas de esta índole, agravando las condiciones de vida y la economía de uno de los destinos turísticos más emblemáticos del país, ameritan ser fuertemente atacados mediante una estrategia entre el gobierno y el sector privado, para lo cual existe ya un programa diseñado que solo necesitará de recursos y voluntad para ejecutarlo.

La Romana no puede ser soslayada dentro de los planes del Gobierno, porque la ciudad, en sí misma, no es Casa de Campo ni sus industrias vinculadas. Porque como dicen los representativos, la gente de fuera tiene la idea de que “toda La Romana es rica, y no es así”.

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