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EDITORIAL

Una vida en peligro

Unos 26 periodistas cayeron asesinados en América Latina en 2018 y a esa lista luctuosa se han añadido, en lo que va de año, las muertes de otros ocho reporteros, víctimas en su mayoría de bandas armadas del crimen organizado.

Este solo registro ofrece una imagen viva del estado de inseguridad que gravita sobre aquellos periodistas que, de manera valiente, se enfrentan a la ira de gobiernos y funcionarios corruptos y de los delincuentes de toda laya, cuando la prensa desnuda sus fechorías, o los actos de censura, intimidación y represión que ejercen contra la libertad de información y de expresión.

Conociendo la capacidad de los sicarios del crimen organizado para amedrentar, chantajear o eliminar a periodistas y medios que responsablemente denuncian sus actividades delictivas, no podemos menos que sentir profunda preocupación por las amenazas que, a través de correos y otras vías, ha recibido la periodista Teresa Casado, de El Día, de parte del confeso narcotraficante Sidney Rafael Matías Pérez.

Las autoridades han anunciado que están tomando todas las medidas necesarias para la protección de la integridad de la periodista Casado y de los miembros más cercanos de su familia, pero es preciso que, en consecuencia, procedan frente al autor de las amenazas para evitar que las cumpla.

No queremos mártires, sino periodistas en pleno ejercicio de sus capacidades para continuar develando las sombrías maquinaciones del crimen organizado.

El Estado está en el deber de crear todas las garantías de protección y seguridad a los periodistas, depositarios de una libertad que la propia Constitución les confiere para que la sostengan y la fortalezcan en todas las circunstancias.

Repudiamos esta pretensión de silenciar a la periodista Teresa Casado, que ha venido acompañada de una misteriosa intrusión de individuos desconocidos en su propia residencia, aparentemente para robar, y de mensajes intimidantes a su correo personal.

Expresamos nuestra solidaridad con el periódico El Día y con todos sus periodistas y, en particular con Teresa Casado, frente a estas insolentes y peligrosas advertencias que el narcotraficante ha venido profiriendo contra ella, una amenaza que pende siempre sobre los demás periodistas que intentan ejercer su misión con libertad y responsabilidad.

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