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Un trato inhumano y humillante

Debe cesar ya, sin más rodeos, el injusto sistema de trato que reciben los médicos residentes en los hospitales públicos, sometidos a rigores francamente inhumanos.

¿Cómo es posible que a estos jóvenes profesionales, que realizan sus pasantías para especialidad en dichos centros médicos, se les nieguen descanso y tiempo para los estudios, imponiéndoles horarios excesivos de trabajo?

Otra injusticia es la de privarlos de comodidades para dormir cuando les tocan las guardias nocturnas, teniendo que hacerlo en salas de pacientes internos, cuando aparece una cama vacía.

Además, resulta un abuso de poder que los residentes de último año descarguen en los nuevos o recién llegados demasiadas responsabilidades, o que sufran humillaciones de los superiores por causa de sus desempeños.

La situación de estos profesionales que estudian para especializarse es de tal gravedad que entre ellos le llaman al primer año “El año del perro”, por las penurias y dificultades que acompañan a la pasantía.

Estamos perdiendo de vista que los hospitales públicos no pueden parecerse a campamentos militares, donde la disciplina y los entrenamientos son tan fuertes que desafían toda resistencia humana, física e intelectual.

Estos abusos han desalentado a muchos a continuar la carrera de especialización bajo tales condiciones, malogrando sus expectativas o aspiraciones de alcanzar una formación superior a la que alcanzaron en el grado universitario.

Resulta oportuna la intervención del ministerio de Salud Pública de abrir, junto con la Universidad Autónoma de Santo Domingo, una investigación sobre las fallas del sistema.

Como esta realidad no es ajena a ninguno de los sectores responsables, no hay que darle muchas vueltas al problema para resolverlo ya.

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