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La tragedia imperceptible

El pavoroso crimen de Leonardo, el niño de 9 años que fue asfixiado y acuchillado en un aparente acto de violación sexual, es otro episodio de una larga cadena de asesinatos que cada año, en promedio, se cobra la vida de 140 menores de 16 años en nuestro país.

Leonardo es la nueva víctima de esta tragedia aparentemente imperceptible frente a la cual la sociedad ha sido tibia en reaccionar, salvo aquellos casos en que por las horripilantes formas que asumieron los asesinatos, no había manera de contener la conmoción de los sentimientos ciudadanos.

En la mayoría de los asesinatos de niños y menores de 16 años, que superan el centenar desde el 2014 hasta el 2018, una de las causales principales fue la agresión sexual, tanto como los infanticidios perpetrados por padres o tutores, los atracos y las reyertas entre pandillas o bandas de narcotraficantes.

En ese conjunto de circunstancias son más de 600 las vidas perdidas, una verdadera tragedia que tiene su génesis en la descomposición de los hogares, con todas sus secuelas sociales.

Padres irresponsables, menores dejados a la libre en las calles, sin educación, sin disciplina, sin formación en valores, sin buenos ejemplos humanos a imitar en sus contaminados entornos familiares, abonan el semillero de la delincuencia que padece hoy la sociedad.

Si a este cuadro de libertinaje agregamos las desviaciones morales y sexuales que acompañan las adicciones a las drogas, las bebidas alcohólicas o sustancias peligrosas, podemos hallar algunas respuestas a la alta y bochornosa tasa de crímenes infantiles en nuestro país.

El de Leonardo nos abre de nuevo los ojos frente a una tragedia ante la cual parecemos ciegos, mudos o indiferentes.

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