Las competencias están delimitadas

Por más bien intencionada que haya sido la iniciativa del Ministerio de Obras Públicas de colocar zafacones para clasificar la basura, tal paso debió ser coordinado y aprobado por el ayuntamiento de la capital, que es el que tiene las competencias propias para este tipo de responsabilidades.

La diseminación de estos vistosos tanques plásticos con indicaciones del tipo de desechos que deben ser depositados en cada uno de ellos en diferentes avenidas, crea, más que resolver, un problema innecesario de acumulación de basura, al margen de los programas de recogida de la Alcaldía capitalina.

En un momento dado, los recipientes se llenaron y se derramaron en las aceras, y luego Obras Públicas habilitó brigadas para limpiar esos zafacones. Pero el problema no se resuelve así, porque ¿adónde irá la basura clasificada, si los vertederos existentes no están aptos para procesarlas de tal modo?

Ni siquiera hay camiones recolectores con estos compartimientos. Es decir, que no se consiguen los objetivos iniciales -muy plausibles por cierto, de promover el aprendizaje de la clasificación- si finalmente la basura clasificada volverá a emburujarse.

Las entidades públicas deben aprender a respetar las jurisdicciones y las competencias propias del poder municipal. ¿Qué impedía que Obras Públicas coordinara con el Ayuntamiento del Distrito Nacional o cualquier otro, este plan?

Primero tenía que consensuarse y aprobarse, según los criterios técnicos prevalecientes en el programa de recogida y disposición final de la basura del ayuntamiento, y luego decidir en qué lugares resultaban más apropiados esos zafacones.

Esta experiencia, que desdice mucho de lo que debería ser un mayor respeto a la institucionalidad del país, debería revertirse y aprovecharse para que, bajo una correcta coordinación y respeto de las competencias propias, ambas instituciones asuman un plan de mayor alcance e impacto para mantener limpia la capital.