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Una obra de gran impacto

Dos de los ríos más importantes de la ciudad, el Ozama y el Isabela, constituyen los focos de contaminación más importantes de la capital.

A ellos van a parar desechos sólidos y aguas residuales que literalmente “asfixian” esas fuentes de agua, planteando serias amenazas a la vida de las especies acuáticas y a la salubridad pública.

Cerca de 27 millones de galones de aguas sucias entran a esos ríos diariamente, agravando la contaminación que ya produce el depósito de las basuras que se generan en los hacinados barrios de las orillas o el vertido de sustancias peligrosas de empresas e industrias.

Viene a ser una buena noticia la que ha dado el director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, Alejandro Montás, de que ya está terminada la planta de tratamiento de aguas residuales de La Zurza, una de las grandes obras que necesita una metrópolis en rápido y descontrolado crecimiento urbanístico y poblacional.

Esta planta permitirá que esos 27 millones de galones de agua sucia que hoy se generan en distintos barrios, lleguen a estos últimos, y a los ríos Ozama e Isabela, desde luego, como líquidos depurados y limpios, reusables.

De esta obra se beneficiarán más de 400,000 habitantes de 22 barrios porque tendrán acceso a agua limpia, y los propios ríos que nos circundan por el norte, porque recibirán menos cargas contaminantes de las que pueden soportar.

Obras como estas deben diseminarse por todo el país, para combatir el fenómeno de una alta contaminación de aguas subterráneas y las deficiencias de sistemas de drenaje para manejar las aguas pluviales, especialmente cuando llegan las temporadas de lluvias intensas o de huracanes.

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