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Bombas de tiempo en medio de la ciudad

La tragedia del miércoles, en la que una empresa quedó devastada, seis personas se reportaron muertas y varias decenas de heridos, mas los incuantificables daños a propiedades vecinas, ha dejado un visible trauma en esta sociedad.

Ha dado lugar a que se avive el debate sobre la necesidad de que se establezca una norma legal que impida la instalación de empresas que manejan productos inflamables en medio de sectores residenciales.

Los riesgos y la peligrosidad que entrañan los trasiegos de estos combustibles al margen de las reglas elementales de seguridad, se han hecho patentes no solo con la estremecedora explosión de Polyplas sino con otros accidentes que han cobrado víctimas humanas, causando daños materiales en los entornos y pánico generalizado.

Ayer mismo un vehículo resultó incendiado cuando se producía un trasiego de gas propano en una estación situada, justamente, en el mismo sector de la tragedia, y este solo episodio reactivó los temores de los ciudadanos de que podría venirles otra tragedia igual.

Es tiempo de que las autoridades revisen las medidas de seguridad de todas estas empresas y determinen una política preventiva que incluya su reinstalación en otras zonas alejadas de residenciales.

Sabemos que muchas de esas plantas existían antes de que las zonas llegasen a poblarse de residentes.

Pero ahora existe un dilema al que hay que darle al frente: es más fácil desplazar a las plantas que a miles de personas de un vecindario, porque por encima de todo está la protección de vidas y bienes.

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