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EDITORIAL

Un detalle revelador

Las Orquestas Sinfónicas Juveniles están en auge en el país, lo cual indica que todavía tenemos capacidad para evitar que la mediocridad musical se imponga y barra con los géneros que tradicionalmente han abrillantado esta expresión del arte.

Ya existen más de siete, especialmente en ciudades en las que habían declinado las Escuelas Musicales, las Bandas y los recordados conciertos o retretas en los parques, una bella tradición que ahora parece renacer.

Inclusive, existe una orquesta sinfónica integrada por jóvenes con condición especial, que sorprenden por su destreza en el aprendizaje, composición y ejecución de partituras, tanto como lo han demostrado en otras actividades para las personas llamadas “normales”, entre ellas las atléticas y deportivas.

Pero un detalle que nos llama la atención es este: recientemente el Ministerio de Cultura convocó a un examen de aptitudes para abrir las clases de música y, ulteriormente escoger a los futuros integrantes de una sinfónica juvenil en San Francisco de Macorís y se presentaron 500 jóvenes aspirantes.

De ese total, más de 200 califi caron para recibir las primeras clases, porque el local no tiene capacidad para más, pero el resto ha quedado para un segundo aviso, cuando se encuentre otro espacio más amplio para las clases.

Es signifi cativo que en una sola ciudad del país haya tantos jóvenes interesados en aprender música y formar parte de una Orquesta o Sinfónica.

Estamos seguros de que si se hace la prueba en otras ciudades, el resultado podría ser igual.

Y esto es alentador. Porque revela que muchos adolescentes y jóvenes tienen aspiraciones distintas a aquellos que, por diversas causas, han renunciado al esfuerzo de educarse y aprender cosas útiles para sí y para el país, que no sea por la vía del pandillerismo, el tráfi co de drogas, el ocio o la vagancia.

La sociedad tiene que estimular y premiar a estos jóvenes, y para ello es preciso que el Gobierno y los empresarios dediquen fondos que ayuden a promover la creación de escuelas musicales y orquestas sinfónicas o populares.

Estas orquestas pueden representar un símbolo de rescate de la juventud y un instrumento para promover las excelencias de la cultura y la paz en una sociedad estresada por el crimen, la inseguridad y la falta de esperanzas de muchos ciudadanos.

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