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Brasil se va por un nuevo camino

Con la aplastante victoria del candidato derechista Jair Bolsonaro, el Brasil se asoma a un escenario de drásticos cambios en su política interna y externa que podrían repercutir, como una centrífuga, en el resto de la América Latina.

Así como la llegada del Partido de los Trabajadores al poder, con su emblemático candidato Luiz Inácio Lula da Silva en el 2003, tuvo el efecto de expandir las bases del llamado socialismo del siglo 21 en el continente, ahora con Bolsonaro ese contagio entra en trance de espasmo.

Bolsonaro ha predicado unas políticas de línea dura contra la corrupción rampante que propició el PT en los tiempos de la bonanza económica, un rechazo a la “ideología comunista” que le atribuye a muchos de los socios de Brasil en América Latina, aliados y beneficiarios de las ayudas de los gobiernos de Lula y su sucesora, Dilma Rouseff, destituida del cargo, y un freno total a los programas que promueven el aborto y el matrimonio homosexual.

Al coincidir, en muchas de estas políticas, con las que está llevando a cabo los Estados Unidos en la Era Trump, es posible que estas afinidades acerquen más a estas dos potencias, menguadas bajo los gobiernos del PT, y que abran el camino a una alianza de nuevos términos y repercusiones.

El presidente electo con el 55 por ciento de los votos sobre el 45 por ciento de su principal contrincante, el petista Fernando Haddad, ha proclamado que “vamos a cambiar el destino del Brasil porque sabemos para dónde queremos ir”, lo que parece subrayar su determinación de reversar todo el entramado de cambios que Lula y sus partidarios instalaron en su época.

La influencia de Brasil es tan determinante en América Latina que ya sus principales vecinos han saludado esta elección y anunciado que se preparan para entrar en una nueva relación, a sabiendas que el golpe de timón que dará Bolsonaro con su radical estornudo derivará en una especie de gripe para el resto del Hemisferio.

La voluntad popular es la que se ha expresado libérrimamente. Brasil ha elegido en Bolsonaro a su nuevo conductor, confiando en sus promesas de cambio, que parecen demasiado profundas del status-quo que predominó por varios años.

Lo que puede ocurrir, de ahora en adelante, es que los vientos que desate la presidencia Bolsonaro se sientan, con fuerza de tormenta o de onda tropical, en toda la América Latina, durante el acomodo de las nuevas reglas del juego que Brasil, como actor relevante, es capaz de dictar e imponer más allá de sus fronteras.

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