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El precio de no tener medicina preventiva

Si se cuantificaran los gastos en que han debido incurrir los ciudadanos para curarse o intentar curarse de las enfermedades, y la inversión que ha hecho el Gobierno para poner los servicios médicos al alcance del pueblo, a nadie le quedaría dudas de que es mejor apostar a la medicina preventiva que a la curativa.

Un ejemplo a la vista lo acaba de ofrecer la directora del Seguro Nacional de Salud, doctora Mercedes Rodríguez, al revelar que esa sola aseguradora autorizó pagos de 4,414 millones de pesos en coberturas de salud en apenas seis meses.

Y para el caso específico de las coberturas de casos de cánceres de próstata, de mama, de cérvix y de colon (en total 2,459 en este semestre) el SENASA destinó 69 millones de pesos.

Estas sumas superan por mucho las que en realidad se necesitarían para dotar al país de una extensa red de centros de atención primaria, como reiteradamente han aconsejado nuestras eminencias médicas.

Dos de esos prestigiosos especialistas, los doctores José Joaquín Puello y Julio Amado Castaños Guzmán, dicen que es más eficiente crear espacios de atención primaria, fomentando los médicos de familia, y luego fortaleciendo los otros niveles del sistema hospitalario.

La inversión multimillonaria en grandes hospitales, cuyo costo de mantenimiento también es elevado, no ataca el problema en su origen, es decir, no garantiza la prevención, ya que se encuentran sobrecargados de pacientes que van a ellos por cualquier síntoma o situación que podría resolverse en los centros de atención primaria, evitando que evolucionen hasta estados irreversibles o insalvables.

Hay que darle un giro a este modelo de salud para que sea más preventivo que curativo.

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