Larga y angustiante espera

Es un cuadro lastimero el que ofrecen día a día algunos hospitales generales de la capital, atiborrados de pacientes a los cuales no pueden atender con prontitud ni acomodarlos en camas de emergencia, de internamiento o de cuidados intensivos, por insuficiencia de ellas.

Al someterse a reparaciones dos de los principales hospitales, el Luis Eduardo Aybar y el Padre Billini, la carga de referimientos la tiene ahora el Moscoso Puello, lo que ha creado una situación casi inmanejable para dar respuestas rápidas y satisfactorias a la demanda de servicios de centenares de pacientes.

Hasta diez horas de espera han tenido que soportar muchos para ser atendidos en consultas, pero el drama mayor es el que sufren los que, urgidos de atención o de intervenciones, tienen que ir de hospital en hospital o de clínica en clínica porque no hay camas para internamiento.

En el caso de las emergencias, el número de camas es insuficiente para atender a todo el que llega herido, intoxicado, afectado por algún malestar grave, ya que en la capital no existen suficientes centros de atención primaria que puedan ocuparse de estas emergencias.

Debería considerarse, al menos, como solución temporal de acomodamiento, que se instalen sillones reclinables en salas o lugares adecuados de esos hospitales para atender los casos que ameriten de una atención indispensable.

Pero algo hay que hacer para remediar esta situación que genera angustia, desesperación y riesgos de agravamiento de la salud en los pacientes que tienen que soportar tantas horas a la espera de una consulta o varios meses para una cita que probablemente requerirá de exámenes especiales para diagnosticar y actuar, en consecuencia.