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Que se revisen todas las patanas y camiones

El Gobierno tiene que llamar urgentemente a una revisión general de todas las patanas y vehículos pesados que circulan en el país para verificar -y corregir, en los casos necesarios- los múltiples defectos que las han convertido en peligrosos vectores de muertes y desastres en las vías públicas.

Es un escándalo que en apenas dos meses se hayan producido más de 125 accidentes en los cuales patanas y camiones quedan virados, por sobrecargas, altas velocidades, frenos malos o gomas lisas, en calles y carreteras, desencadenando, a menudo, taponamientos de centenares de vehículos en tramos de varios kilómetros de más de dos horas.

Con esta extraña secuencia de accidentes diarios es suficiente para que las autoridades enciendan sus alertas, como las encendió oportunamente el LISTÍN, sobre la urgente necesidad de someter a estos vehículos a una revisión general, uno a uno, sin excepción, para diagnosticar sus defectos mecánicos y prohibirles su circulación mientras no estén resueltos.

Los propios transportistas han admitido que estos accidentes se producen por imprudencias de los choferes, deficientemente educados en las reglas preventivas, por sobrecargas de mercancías, por llantas en mal estado, por transitar en carriles no autorizados y por frenos desgastados.

De hecho, estas deficiencias se reputan como contrarias o violadoras de la Ley de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial que ha estrenado el país, pero vienen de viejo. Y lo peor es que, pese al alto índice de accidentes que se originan por estos defectos e imprudencias, la autoridad no hace lo suficiente para evitar estos desmanes.

Simple y llanamente porque en este país hemos sostenido un esquema de transportación que impone sus caprichos y sus reglas por encima de la ley, sobre la base de mantener chantajeada a la autoridad y al resto de la sociedad con sus amenazas de paralizar o encarecer el servicio de sus unidades y otras truculencias.

Esa es una de las razones que provocan el insólito resultado de más de 125 accidentes en dos meses en los que aparecen envueltos estos vehículos pesados. Y ocurren a la vista de todos sin causar las más elementales reacciones de la autoridad, que se supone está llamada a hacer cumplir la ley, por encima de las bravuconadas, las imprudencias o el “medalaganario” proceder de los conductores.

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