EDITORIAL
Inquietantes augurios
En la medida en que los dominicanos abandonan los pueblos de la frontera y dejan el espacio a los haitianos ilegales y se acentúa la migración, por otras causas, de los habitantes de zonas rurales hacia las urbanas, el panorama demográfi co del país quedará a merced de inquietantes cambios en el futuro inmediato.
El primer aviso de alerta lo acaba de dar la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que, al hacer una proyección de la población urbana dominicana para los próximos doce años, estima que el 87 por ciento estará concentrada en las ciudades y apenas un 13 quedaría en las zonas rurales, que es donde el país atesora las fuentes de su riqueza y de su alimentación.
Este éxodo hacia las ciudades podría representar serios problemas al Estado, que tendría que enfrentarse a fuertes presiones sociales para proveer los servicios públicos básicos a más de 10 millones de personas, sin imaginar todavía cuántas de ellas serían haitianos ilegales insolventes para cubrir las cargas presupuestarias de esta masiva concentración urbana.
La otra cara de la moneda es que mientras las ciudades sigan siendo imanes que atraen a los que han vivido en las zonas alejadas de las urbes y distritos municipales, el campo se iría despoblando de dominicanos y reocupado por una migración ilegal que busca comida, trabajo e ingresos para cambiar sus precarísimos estados de vida en Haití.
Conociendo la vocación depredadora de los bosques que ha caracterizado a una población que apenas tiene en su país un 2 por ciento de territorio arborizado, mal presagio sería que al quedar el campo dominicano con apenas un 13 por ciento de dominicanos, el espacio vacante lo ocupen los del otro país, con las consecuencias que en el futuro traería la consolidación de asentamientos humanos de extranjeros en esas áreas.
Esta es una perspectiva casi ominosa, que debería examinar el gobierno y los sectores más representativos del país para ver qué alternativas y planes estratégicos se adoptan con miras hacia el futuro inmediato, de modo que pueda revertirse este presagio de cambios demográfi - cos cruciales en un país que todavía tiene que librar grandes luchas contra la pobreza y la exclusión social.