El diploma no es suficiente garantía

Un graduado universitario con los más altos honores, Summa Cum Laude, fue a postular por una beca para proseguir sus estudios en el extranjero, pero no pasó una prueba elemental: escribió la palabra vértice con tres errores ortográficos.

Semejante yerro sirvió para descubrir, más adelante, un cúmulo de palabras mal escritas en oraciones sin sintaxis, inconexas y deficiente conocimiento de la historia dominicana, lo que parecía echar por el suelo los méritos del diploma que exhibía como aval para obtener la beca.

Este no es, sin embargo, un caso aislado. Es una lacerante realidad que no escapa al conocimiento de muchos maestros, rectores y autoridades del sistema educativo y que se hace patente, con frecuencia, en los magros resultados de las pruebas nacionales o de las mismas que se aplican al desempeño de los educadores.

Ayer, justamente, el LISTÍN DIARIO publicó un reportaje que da cuenta de las preocupaciones que tienen algunos maestros universitarios que perciben que muchos alumnos solo buscan un título, no el conocimiento que se supone deben adquirir, en rigor, para merecerlo y ostentarlo.

Las universidades han creado filtros para depurar a los nuevos estudiantes que llegan del bachillerato arrastrando deficiencias, pero aun así se cuelan los impreparados. Y hasta suerte tienen cuando se gradúan Magna o Summa Cum Laude, pese a la cadena de atropellos con que han manejado la escritura o pronunciación de la lengua española.

Todavía no se ha hecho el gran esfuerzo en el país para medir, con indicadores fiables y cuantificables, el nivel de incompetencias tanto entre quienes tienen a su cargo la responsabilidad pedagógica de enseñar bien a los alumnos, como de los alumnos que presentan una hoja catastrófica de calificaciones dudosas, y sin embargo son aprobados para pasar al nuevo grado.

Ostentar una cualidad de graduado universitario, como licenciado, doctor o ingeniero, debe ser una prenda de orgullo para aquellos que se quemaron las pestañas pasando páginas para la izquierda (o leyendo, ahora, en las tabletas o computadoras electrónicas) reuniendo méritos para desempeñar satisfactoriamente sus profesiones.

Pero premiar al analfabeto con un Summa o Magna Cum Laude sin saber escribir correctamente una palabra de siete letras es, sin dudas, un gravísimo descuido, un mal producto que se le está entregando a una sociedad que se cree bastada de tanto profesionalismo.

Tags relacionados