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Obstruyendo la generosidad

Ana María Gómez es una humilde mujer de La Victoria que por casi tres décadas da ejemplo de dedicación, esfuerzo y esmero al cuidado de sus dos hijos con difi cultades de salud.

Rodeada de un cuadro de miseria y múltiples precariedades, la encontraron reporteros del LISTÍN DIARIO en los días previos a la Navidad. Ella accedió a contar su historia de penurias y esfuerzos, y nosotros –con un compromiso invariable- la retratamos y describimos.

Su drama de hambre, falta de medicamentos, hacinamiento y desesperanza, conmovió a muchos, desde el presidente Danilo Medina que ordenó al alcalde de Santo Domingo Norte, René Polanco, que se ocupara de su caso, hasta particulares que desde diversos lugares aportaron ayuda material.

De la gestión del presidente Medina salió la promesa del alcalde de construirle su casa, aportar lo necesario para la compra de medicamentos para sus hijos y para alimentación diaria.

Otras personas llegaron a la vivienda que ocupa a título de préstamo para llevarle carnes, frutas y golosinas, con los que Ana María pudo hacer lo que nunca en los últimos 27 años: preparar una cena de Nochebuena junto a sus vástagos.

A Ana María le han enviado remesas de diferentes lugares, las personas que llenas de generosidad lo han hecho la llaman a su teléfono y le informan que en tal banco o en tal casa de envío, tiene una ayuda y puede pasar a recogerla.

Llena de necesidad y apreciando la generosidad de quienes quieren ayudarla a superar el drama familiar que la acongoja, Ana María acude a esas entidades fi nancieras a retirar su dinero, pero no se lo entregan porque ella no puede recordar el nombre de la persona que lo envió.

Ese subterfugio de los remesadores es un abuso contra esta dama ya reconocida por su exposición pública y que se sepa, con su sola identifi cación mediante la presentación de su Cédula, basta para que ella retire lo que es suyo.

El presidente Medina debe instruir a la autoridad de supervisión bancaria para que un ofi cial acompañe a esta dama para retirar todos los envíos que tiene retenidos por esa capciosa pregunta del remesador, que es una arbitrariedad que no consta en las condiciones de transferencia de dinero.

Nadie tiene derecho a obstruir la generosidad y el gobierno no debe permitirlo ni un minuto más.

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