Una libertad para todos
La prensa ha cumplido, por décadas, el papel de guardián de las libertades públicas, pero su mayor contribución ha sido la de servir de catalizadora del derecho de cada ser humano a emitir, conocer y debatir todas sus ideas sin ningún género de restricciones.
Mantener incólume esa libertad ha costado muchos sacrificios. Muchos periodistas han caído en la defensa de ese derecho. Por igual, muchos medios han padecido los rigores de la censura o el silencio. Pero quien más pierde cuando se quiebra este pilar es el ciudadano, porque se le priva del sagrado e innato derecho a la libre expresión.
Hoy se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, una libertad que solo alcanza plenitud cuando la acompaña, en paralelo, la libertad de expresión. Y si bien la primera ha sido burlada y opacada por las políticas coercitivas y ponzoñosas de líderes, gobiernos y criminales intolerantes, la que nos queda, la libertad de expresión, jamás puede perecer en una sociedad.
Sería el fin de esta, pues ambas libertades constituyen el sostén de sus dinámicas humanas y, como si fuera poco, del régimen democrático, base por excelencia para su pleno disfrute y ejercicio.
Por tanto, son inadmisibles los intentos por aplicar normas, generalmente de naturaleza restrictiva, contra la prensa, y peores aún los hechos concretos de control y regulación de sus contenidos, todo lo cual contamina y desnaturaliza el concepto del pluralismo democrático.
Para suerte de la humanidad, el monopolio de la expresión no está únicamente limitado a unos medios tradicionales, como los periódicos. Ya las redes sociales han extendido su cancha y sus audiencias cubren a buena parte de los seres humanos, en cualquier parte del mundo.
Se ejerce, por tanto, una mayor libertad de expresión que, a su vez, refuerza la propia libertad de prensa, porque tienen objetivos mutuamente compatibles.
Desde ambas plataformas se abren las ventanas para que los ciudadanos puedan expresar lo que sienten, criticar lo que deseen y reclamar a los gobiernos satisfacción de sus necesidades primarias y fundamentales.
Los medios tradicionales y las redes sociales juegan en estos momentos un papel esencial en el fortalecimiento de las libertades de prensa y de expresión.
Y esta es la buena noticia, dentro de tantas malas, que impregna luces de esperanzas a la humanidad al celebrarse hoy el Día Mundial de la Libertad de Prensa.
