EDITORIAL

Apostemos a la moderación

La Semana Santa ha comenzado y lo aconsejable es observarla con el profundo sentido de moderación en las conductas y con las mentes abiertas a la refl exión de su signifi cado.

Se le llama así porque, en cada uno de sus días, se cumple la cuenta regresiva de la pasión y muerte de Jesucristo, el hijo de Dios, con dramáticas enseñanzas para la humanidad, que todavía no las asimila del todo.

Porque si bien su misión en la tierra fue la de difundir un evangelio de amor y de unión y, más que nada, de respeto a los mandamientos del Dios creador, y su muerte, en realidad, signifi caba el lavatorio de todos esos pecados para fi nalmente brindar la redención del hombre, a tantos siglos de ese acontecimiento persisten antípodas tan fuertes como la ambición, los desenfrenos morales, el odio, la venganza y la guerra.

La solemnidad con que el mundo cristiano católico observa esta Semana Santa es porque en ella está la suma del amor y del sacrifi cio de Dios por la salvación de todos nosotros, y en eso es, defi nitivamente, en lo que debemos pensar y valorar en estos días de asueto.

Como estamos bajo una atmósfera de inseguridad ciudadana y mucha gente tiende a desplazarse de sus hogares a otros sitios, sean playas, balnearios o casas de familiares fuera de su territorio, hay que tomar medidas contra robos.

Si se trata de ambientes en los que predominan las bebentinas de alcohol o las fi estas locas de borrachos o drogadictos, lo mejor es alejarse de ellas porque hay desinhibidos que, con dos o tres tragos en la cabeza o un “pase”, son capaces de disparar sus armas por cualquier tontería o armar broncas sin justifi cación.

La moderación en la conducción de vehículos de motor es también indispensable, para evitar lo que ocurre siempre: muchas muertes en accidentes o tragedias innecesarias.

Las autoridades han puesto en marcha un operativo nacional dirigido a establecer controles de velocidad en las carreteras, medidas de seguridad en los vehículos, y llamados a los conductores a no consumir alcohol, y van a desplegar vigilantes en las playas y los sitios de recreación para prevenir desafueros.

Al margen de los que deciden tomar esta Semana Santa para las diversiones, hay otra enorme cantidad de ciudadanos que la aprovechan para profesar y reforzar su fe en el evangelio y para recordar los tristes momentos a los que se expuso Jesús para salvarnos a todos.

Apostemos, pues, a una sana conmemoración de esta Semana Mayor y a pedir en nuestras oraciones un futuro de paz para nuestro país y una mayor solidaridad entre todos los dominicanos, pese a las diferencias de cualquier orden que a menudo parecen dividirlos.

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