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Un disparo a la “Posverdad”

El enorme volumen de noticias falsas o tendenciosas en las redes sociales, acompañadas de expresiones difamatorias o de odio, ha hecho estallar el “boom” de la Posverdad.

Aunque siempre han existido las noticias falsas, especialmente como armas del engaño en una guerra psicológica, ha sido en los últimos tiempos cuando la práctica se ha intensifi cado al amparo de una libertad ilimitada de los usuarios de las redes sociales para trasmitir lo que quieran.

Buscando encuadrar este fenómeno en lo que podría explicar una nueva cultura, el diccionario Oxford eligió el término “Posverdad” como la palabra del 2016, que defi ne “las circunstancias en las que los hechos objetivos infl uyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.

Aunque nadie tiene el poder absoluto de la verdad ni esta puede establecerse siempre cien por ciento, a muchos preocupa que las noticias intencionalmente falsas o la distorsión de una aparente verdad o un hecho objetivo, sustituyan lo comprobable o lo incuestionablemente documentado.

Tratando de poner un drástico freno a la difusión de tales noticias, los principales proveedores de servicios de redes sociales han comenzado a aplicar fi ltros y precauciones y a eliminarlas de sus canales.

El gobierno de Alemania, por ejemplo, acaba de aprobar un proyecto de ley para “combatir los delitos de odio y las noticias falsas” de las redes, con fuertes multas a las empresas proveedoras.

Pero existen temores de que, como ocurre con toda regulación o legislación en las comunicaciones, esta se convierta en una limitación a la libertad de expresión, aunque se adopte en nombre de un remedio a la “Posverdad”.

Lo que sí debe quedar claro es que esa libertad de expresión tiene límites.

La propia Constitución dominicana señala, entre ellos, la proscripción de toda mención difamatoria o injuriosa o cualquier acto que atente contra la privacidad y la honra de las personas.

Este canon existe por igual en muchas constituciones, en leyes y en tratados universales sobre los derechos humanos.

De todas maneras, la decisión tomada por el gobierno de Alemania es una especie de disparo de advertencia a la “Posverdad”, para que no se entronice como una tendencia global e imparable en el mundo moderno, con sus imprevisibles consecuencias.

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