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Chips para los peligrosos

El uso de microchips o tatuajes electrónicos en el cuerpo humano o en las ropas ha ido ganando aceptación en muchos países como medio para ayudar a la localización de personas, autos y mascotas, y como archivos de información del estado de salud.

En algunos países sirven para localizar a personas secuestradas o extraviadas y a quienes disfrutan de libertad condicional por causas judiciales o tienen restricciones de acercarse a sus exparejas, a fin de ejercer un mejor control de sus desplazamientos.

Aquí deberíamos estimular una política de implantación subcutánea de estos chips o aparatos de identificación por radiofrecuencia, primordialmente entre personas a las que los jueces prohíben aproximarse a sus exparejas cuando existen temores o denuncias de que podrían agredirlas o matarlas.

Los brazaletes electrónicos, que constituyen también modernos adminículos creados por la tecnología para localización, existen en el país y se están colocando a personas que cumplían penas de prisión y que han sido autorizados a disfrutar de libertad condicional.

Dada la dimensión trágica que han alcanzado los feminicidios, los actos de reincidencia de quienes atracan, roban, secuestran o abusan sexualmente de menores, las autoridades deberían gestionar con empresas extranjeras fabricantes de estas tecnologías de localización los chips o los tatuajes electrónicos para minimizar estos niveles delincuenciales.

Esta es una inversión que amerita realizarse no sólo para proveer a las autoridades y a la justicia de mejores herramientas para la prevención de feminicidios u otras fechorías, sino para la localización de imputados que se han rebelado contra las leyes que disponen sus comparecencias periódicas ante los fiscales y para los que tienen medidas de coerción que les prohíben acercarse a sus exparejas.

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