Agarrada de un clavo ardiente

Sea cual fuese el resultado de la votación de hoy de los diputados del Brasil sobre si se lleva o no a juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, ya existe una situación creada que hace difícil la gobernabilidad en esa gran nación del Sur latinoamericano.

La presidenta está gobernando a un país dividido cuya estabilidad política ha oscilado a la par de su crisis económica, con la agravante de que las investigaciones sobre prácticas de corrupción en su principal ente petrolero la impactan directamente a ella y a notables figuras de su Partido de los Trabajadores (PT), inclusive hasta a su líder histórico, el expresidente Luis Ignacio (Lula) da Silva.

Si bien se le pretende juzgar por supuestos manejos presupuestarios irregulares, la gravitación del escándalo de Petrobras ha provocado la acelerada pérdida de apoyo de la presidenta Rousseff y la ruptura de la coalición de partidos con la que aspiraba transitar su segundo período sin mayores sobresaltos.

El deterioro del proceso ha devenido en un estado de ingobernabilidad que se manifiesta en la confrontación directa entre la Presidenta y el vicepresidente del Brasil, la renuncia de varios ministros y una persistente marea de protestas populares entre partidarios y opositores de la señora Rousseff que agrava el clima de inestabilidad.

A partir de esta iniciativa de discutir el juicio político, la presidenta brasileña queda más aislada, inhibida e incapaz de restablecer un orden que permita su continuidad en el mando, en plenitud de capacidades para tomar medidas de recuperación económica y para llegar al término de su mandato constitucional en forma satisfactoria.

Estamos en presencia de un proceso fluido en el que Brasil se juega un destino más incierto que nunca con su presidenta agarrada del poder en un clavo ardiente y un pueblo tirado a la calle ansioso por derribarla por una vía que luzca más constitucional que insurrecta, pero lo cierto es que ya las cosas alcanzaron el estado de máxima ingobernabilidad y la solución no podrá ser menos que un parto con fórceps.

Y cuidado.

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